sábado, 21 de enero de 2012

Capítulo 40: "El mundo no es un paraíso".


 Tom cerró el computador con fuerza y lo dejó a un lado. Me miró por unos segundos y abrió la boca un par de veces intentando decir algo, mas no soltó nada, solo se alejó y dejó caer en un sillón.
 Nuevamente no volvimos a hablar del tema. Al parecer teníamos una extraña manía por ocultar todo aquello que nos dañara... intentar hacer como si nunca hubiese existido y no sabía que tan bueno o malo era eso.
 Tenía planeado mostrarle a Tom una parte de la cultura nacional, pero en vista y considerando que los periodistas estaban arremolinados en la entrada, no había conseguido más nada que mostrarle la ciudad y algunas cosas desde la ventana superior del lugar. De todos modos Tom se había mostrado maravillado.
-Y este- dije señalando la pantalla del computador- es el símbolo patrio. Te mostraría el himno nacional pero no entenderías nada- sonreí burlesca para molestarlo un rato.
-Algún día me tendrás que enseñar español...- sugirió dándome un rápido beso.
-¿Sabes algo?- pregunté ansiosa... sería lindo oírlo hablar español- una palabra... ¿algo?
-Miegda- dijo luego de un rato y sonrió como si hubiese pronunciado perfectamente.
-Muy bien, pero es con "r"- vi su cara de "No te comprendo... explícate mejor" y procedí a hacerlo- Sería algo como "M-i-e-r-d-a".
-Miegrrda- repitió algo cabreado y me bajó un ataque de risa. A veces era tan inútil.
>>- No te rías- replicó molesto- de seguro tu tampoco hablabas bien alemán en un principio.
-Claro que no- dije aún entre risas- pero es que esto me supera... lo siento.
 Así pasamos los 3 días en el lugar. No volvimos a mencionar a los medios, eran como una sombra oscura y aterradora que no nos permitía salir, nada más que eso.
 La última noche que estuvo en casa encendimos la televisión, por primera vez. Me dio risa ver como Tom no comprendía nada, pero el buen humor no me duró mucho. Seguíamos ahí, en la pantalla... como si no hubiesen más noticias en el mundo ¡Joder! Ahora no puedes tener un novio alemán sin salir en televisión.
 ¡Ahh! Había cometido tantos errores en todo este tiempo y todos eran por mi culpa. Si no fuese tan impulsiva e inmadura no hubiese pasado nada de esto... pero no.
 ¿Quién aceptó salir en TV? Yo. ¿Quién obligaba a Tom a dejar su trabajo unos días importantes? Yo.
 ¿No sería mejor la vida de Tom sin mí? Al fin y al cabo... No creo que le costara demasiado olvidarme y seguramente rendiría más.
 Lo miré nuevamente y vi su perfil escrutando la pantalla. ¿Sería capaz de dejarlo en algún momento? Creo que no, aunque para él fuese lo mejor, soy muy egoísta para ello.
 No sé cuanto tiempo me quedé mirándolo pero se dio cuenta y me sonrió. Esa sonrisa valía tanto. Me había dado tanto y yo no le retribuía nada. Algo debía hacer... y pronto.
-¿A qué hora es mañana el vuelo?- preguntó mamá desde la cocina.
-A las 8 a.m.- respondió Tom apartando la vista de mí rápidamente. La sonrisa que me había dedicado se esfumó tan rápido como mamá habló.
-Te iremos a dejar- anuncié con firmeza. El plan original era que saliera en una furgoneta oculta y nadie lo viera, pero no podía, tenía que hacer algo y si no era mañana, no sería nunca- hoy se descartaba porque no podría pasar la noche bajo el mismo techo después de eso-.
 Tom no dijo nada, solo volvió a sonreír- nervioso- y me besó intentando prolongar el momento pero no pudo. Yo me zafé rápidamente.
-Mejor vamos a dormir, es tarde y mañana hay que despertar temprano.
-Será lo mejor- comentó confuso y se alejó.
 Me costaría. Demasiado.

 El día se veía nublado y temía que en cualquier momento comenzara a llover... aunque eso no vendría mal, por lo menos podría dispersar un poco a la gente que de seguro estaría en el aeropuerto... porque no sería tan fácil, estaba segura.
 Tom se enfundó en un montón de ropa extraña para pasar desapercibido, a mi me pareció innecesario... era Tom con mucha o poca ropa... yo siempre podía identificarlo.
 Para suerte nuestra, la cochera del lugar tenía una entrada interna. Podríamos salir directamente montados del auto para no exponernos a los reporteros que- pese a la amenaza de lluvia- seguían arremolinados en la puerta.
 Cuando salimos, una avalancha de personas se lanzó al auto, golpeando las ventanas, presionando sus cámaras contra éstas y apretando el flash. No habían pasado ni 5 segundos y ya me sentía ciega.
 Tom me cogió la mano con fuerza y pese a todo, no la aparté. Lo necesitaba tanto y...
-A la cuenta de tres- habló mamá- aceleraré... si mato a alguien, sean testigos de que fue en defensa propia. No me dejan pasar.
 Uno... dos... tres...
 El auto salió disparado y golpeó a un par de personas... no muy fuerte, por suerte, y salimos avanzando hacia la ciudad. Se iba.
-¿Cuándo vuelven a Alemania?- preguntó Tom intentando poner un tema de conversación, de seguro, todos estábamos callados.
 Yo miré hacia la ventana y cerré los ojos un segundo. Mamá respondió pero no puse atención.
 El mundo que se veía a través del cristal era tan normal, y frío. Todo era monótono, todo era igual que siempre. Personas caminando, niños rumbo al colegio, automóviles apurados, bicicletas... todo igual que siempre. ¡No quería formar parte de esa monotonía!
 No. No. No. Debía hacerlo. Era lo mejor.
 Cuando llegamos al aeropuerto, Tom se puso gafas oscuras y yo desee haber traído las mías. Me harían falta para ganar valor.
-Bajemos- ordenó mamá luego de que estuvimos cerca de 5 minutos sin movernos, todos esperando una señal- o Tom perderá el vuelo.
 Era la hora, y yo no estaba preparada. No quería perderle de nuevo.
 Tuve la extraña necesidad de desaparecer, de caerme de un precipicio o cortarme las venas... si, eso sería más fácil.
-Vamos- Tom me tomó la mano y comenzó a tirar de mi hasta bajar del automóvil.
 No sé como lo habían logrado. Yo había acertado... el lugar estaba repleto de personas. Aún no entendía como Tom no se volvía loco, como podía seguir viviendo en paz con ese acoso... pero ya acabaría.
 Eran las 7:45, faltaban solo 15 minutos para que su avión partiera y aún estábamos en el intento de entrar al lugar. Hasta el momento nadie había reconocido a Tom ni a mí.
-Te amo- susurró Tom mientras pasábamos por entremedio de unos señores.
 No, ahora no...
 Intenté hacer como si no hubiese escuchado y seguí caminando.
-No sé que te pasa- él siguió con su monólogo mientras caminábamos- pero no estás normal. Realmente no me importa, pase lo que pase, seguiré amándote.
-¿Pase lo que pase?- solté una carcajada entre irónica y penosa- No lo sé, Tom.
-Dime que planeas, sé que tienes algo en mente.
 Me detuve en seco. ¿Cómo había previsto eso? Yo había intentado parecer normal.
 Tom se quedó frente a mí, de brazos cruzados y con los labios levemente abiertos. Pude notar como jugaba con su pircing incesantemente. Se veía nervioso. Para mi suerte él traía lentes, ocultando sus ojos... frente a frente hubiese caído rendida.
-¿Sigamos caminando?- hice ademán por seguir por el camino pero él me detuvo de un brazo.
-No- cortó de inmediato- dime que pasa.
-Terminemos- solté lo más rápido que pude, antes de arrepentirme.
 Tom dio un paso atrás, como si lo hubiesen golpeado, y se tambaleó por un segundo, luego recuperó la compostura y se acercó a mí, demasiado.
-¿Qué mierda?- preguntó con voz ronca.
-T... Terminemos, eso- mi voz sonó más fría de lo que tenía en mente- Ya no quiero estar más contigo, Tom.
-No te creo- intentó agarrarme de la barbilla pero di un paso atrás, chocando con alguien que no me interesó- No te creo nada, estás de broma, ¿cierto?
-No Tom, terminemos... ya no quiero estar contigo... todo esto me ha cansado- moví las manos exageradamente, indicando todo lo que nos rodeaba- las fans, los medios, la distancia, el tiempo... todo, ya no lo soporto- Tom iba a protestar algo pero hablé antes de que pudiera objetar algo- Ya no sé cuanto te ame...
 Mentira. Una mentira después de la otra.
 Vi como le tembló el labio inferior y se lo mordió con fuerza. Tenía las manos hechas puños y los hombros ligeramente alzados. Se veía tan indefenso.
 No sé como aún yo no había derramado ninguna lágrima pero faltaba poco para que eso sucediera y no me convenía. Eso dejaría en evidencia todo.
 Di la vuelta sin dedicarle ni una mirada más. No podía. Nunca había mentido tanto en mi vida como en ese momento y me sorprendió lo real que sonó. ¡Como si pudiera dejar de amarlo!
 Lo hacía todo por él. Estaría mejor sin mí, sin la carga que yo le suponía en la carrera. Estaría mejor si no lo interrumpiera, si no aguara su ánimo cada dos por tres... Quizás al principio se sentiría dolido, por su orgullo, pero lo soportaría. Él saldría adelante... Yo... eso no importaba, solo importaba él.
 "Si amas algo, déjalo ir" ¡Que cliché! Sin embargo, en este momento, era la más dura y cruel decisión que había tomado.
 Comencé a caminar lentamente, choqué con varias personas que se detenían a gritarme cosas pero no importaba.
 "Tom... Tom..." oía el grito de sus fans aclamándole. Era de ellos, de sus fans, no mío. Yo simplemente llegué y lo arrebaté, si derecho alguno.
 Estaba a punto de llorar y no quería hacerlo en un lugar tan público y, para peor de males, no veía la salida por ningún lado.
-¡Mentira! ¡Mientes, mientes y no sé por qué!- oí que gritaban a mis espaldas. Era su voz, era su timbre alterado por la ira y agotado por el esfuerzo que seguro hacía al correr.
 Las personas que gritaban por él callaron de pronto. Todo el mundo calló y yo me quedé estática. Su mano me había sujetado el brazo de nuevo.
>>- No te creo ninguna palabra- prosiguió Tom- ¡Sé que me amas! Yo te amo... mucho...- oí como su voz comenzaba a bajar el tono- no me hagas esto...
 El lugar estaba lleno de murmullos. De seguro ya había descubierto todo... ¿quién más gritaría en alemán toda una conversación? Si no era su Tom, nadie. No habrían tantas coincidencias.
-No lo hagas más difícil, Tom- moví el brazo para soltar su agarre pero no obtuve nada más que presión extra- Tom... ya basta.
-No, no basta... no puedes dejarme así como así.
-Se irá tu vuelo- señalé un reloj enorme que señalaba la hora desde la parte superior de una muralla, Tom dirigió su mirada ahí una fracción de segundo y se volvió a concentrar en mí.
-Eso es lo de menos- soltó con rabia, a nuestro alrededor se habían juntado muchas personas.
-Ya, vete Tom... todo acabó...- vacilé durante unos segundos, eligiendo las palabras- me aburrí de todo esto... ya no quiero más... me cansaron los fans, las cámaras... ¿quieres que repita todo? Ya no más... él amor se va.
 Más mentiras.
-No...- casi creí ver como le temblaban las piernas.
-El mundo no es un paraíso, Tom.
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 By Tom.
 -El mundo no es un paraíso, Tom.
 ¿El mundo no es un paraíso? ¿Quién era ella para afirmar eso?
 Desde que comenzó Tokio Hotel, todo para mí fue un paraíso. Era mi sueño, estaba con mis amigos, mi hermano, y hacía música... todo lo que deseaba.
 Si quería chicas, tenía chicas, si quería dinero, tenía dinero... y ahora venía ella a decir que el mundo no era un paraíso.
 Lo peor de todo es que realmente no estaba seguro de nada.
 Me quedé parado, pensando, con las palabras repitiéndose en mi mente sin cesar. Aún no comprendía nada.
 ¿No me amaba?
 No, no podía ser verdad... aún no me resignaba. No. No. ¡NO!
 El mundo si era un paraíso, hasta que ella llegó... o quizás nunca lo fue... y comenzó cuando la conocí.
 Sentí tantas cosas la primera vez que la vi, cosas raras. Luego, cuando la besé por primera vez- luego de tanto tiempo-, aquella vez bajo las estrellas... recién había terminado con Bill y eso no me importó.
 Intenté imaginar mi felicidad antes de ella y me costó. Estaba ahí, claro, pero era nimia en contraste con todo lo que sentía a su lado. No era felicidad completa sin ella.
 No. No había un paraíso... nunca lo hubo y yo tanto tiempo creí tenerlo al alcance de mi mano.
 Me dolió ver la triste realidad, no tenía absolutamente nada en ese momento.
 Miré hacia todos lados intentando encontrarla pero no la veía... ¿dónde estaba? ¿Dónde estaba todo? Solo veía más y más rostros desconocidos... nada interesante. ¡Yo la necesitaba!
 Oí que llamaban por el alto parlante. No entendí lo que dijeron pero nombraron a Alemania, era mi vuelo. Miré el reloj... quedaban 5 minutos.
 ¡Mierda, mierda, mierda! Quería tenerla a mi lado... no me podía ir sin ella, sin su amor.
 Ella me amaba aún, yo la amaba... ¡(Tu nombre), por Dios! Nunca había amado a nadie antes y ahora ella me dejaba.
-¡No, no, no!- Grité corriendo por donde la había visto la última vez.
 Las personas se hicieron a un lado con rapidez, dejándome ver el camino que había seguido. Tenía frío, mucho frío interior pero la ropa me sobraba así que me quité todo aquello que usé para camuflarme. En ese momento no importaba demasiado.
 Escuché como muchas chicas comenzaban a gritar mi nombre, sentí los flashes de las cámaras apuntándome pero no importaba. La quería a ella.
>>-¡(Tu nombre)!- grité apenas la vi... ya iba saliendo... y afuera llovía- Tienes razón, el mundo no es un paraíso- me quité los lentes para verla mejor. Si me iba, nada impediría que me llevara el recuerdo más nítido de su rostro- No, no existe un paraíso aún y yo pensé que si.
 Apenas llegué a su lado la abracé pero ella no respondió, se quedó con los brazos flácidos a ambos lados.
>>- Creí tenerlo todo, pero sin ti no hay demasiado... es más emocionante tenerte a mi lado... la vida había sido igual desde siempre y ahora llegas y le pones... vida. ¡Te necesito!
-Estabas mejor sin mí- soltó cuando creí que no diría nada- ahora... vete...
 Los flashes seguían sobre nosotros, incesantes.
-No puedo, no puedo irme sin ti... sin tu amor.
 Alcé su rostro con una mano y lo acaricié... pero ella huyó, de nuevo, como lo hizo la primera vez que intenté acercarme a ella- hace ya tanto tiempo-.
 Afuera llovía como no había visto en mucho tiempo. El agua caía casi como una cascada y apenas se veía al frente. No podía dejarla salir así.
-No huyas de mí- supliqué agotado...- El mundo no es un paraíso- tomé una de sus manos y la apreté con suavidad- No, no lo es... pero...- vacilé a punto de llorar, si se negaba... no sé que sería de mí- ¿te gustaría construir uno a mi lado?
 Ella me miró unos segundos y luego bajó la vista. Cuando la volvió a alzar estaba llorando.
-Era lo mejor para ti- soltó en un murmullo que apenas oí por toda la bulla exterior- pero no me dejas...
-Lo mejor para mi eres tú- la abracé nuevamente pero estaba vez se aferró a mí, como tanto deseaba.

 Quizás nos costaría demasiado seguir adelante, pero como sea... juntos intentaríamos crear nuestro paraíso personal.
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 ¿Se acabó? :C Si, se acabó. Is the end <3
 Espero que les haya gustado el final. A mi no me convenció pero... en fin. Era lo que siempre planee.
 Aw... que nostalgia pensar que esto comenzó hace casi un año :c <3
 Ha sido lo mejor conocerlas a ustedes. Han sido todas muy importantes para mí.
 Gracias por todo <3
 Pronto subiré otro fanfic... muy distinto a este. Yo creo que en Febrero o Marzo... ya llevo bastante escrito xD
 Eso... nuevamente gracias por todo =]

jueves, 19 de enero de 2012

Capítulo 39: "Una decisión".


 Ya llevábamos cerca de una hora dando vueltas y nada, y no conseguiríamos definitivamente nada si seguíamos dando vueltas en auto, ¿qué esperaban? ¿verla dando vueltas? No, ella no haría eso... ella buscaría un lugar para dormir porque... era obstinada, pero realista.
 "Bajemos a buscar" teclee por cuarta vez y obtuve la misma respuesta: No podemos, será más difícil.
 Quería bajar yo a buscarla, podría defenderme solo y además, estaba seguro que si dábamos un par de vueltas, si entrabamos a algunos lugares medianamente decentes, la encontraríamos.
 Los policías pararon en una gasolinera a consultar algo, creo, y aproveché la oportunidad para salir corriendo de ese automóvil. Por lo menos yo tenía mi teléfono y algo de dinero para sobrevivir.... además de las continuas peleas con mi hermano y unas clases de karate que tomé hace ya... muchos años.
 No giré a ver a los policías pero pude sentir sus gritos cuando ya me había alejado bastante. Eran algo lentos.
 Corrí sin importar donde, entrando en algunos sitios y saliendo de inmediato al no ver nada. De vez en cuando gritaba su nombre pero solo el sonido de ratas correteando por algún lugar o los quejidos de un vagabundo, eran mi respuesta. Ella no podía estar en ese ambiente.
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  By (tu nombre)
 No sabía cuanto tiempo había pasado desde que llegué a ese lugar pero ya comenzaba a hacer mucho frío. Era bastante entrada la noche y la primavera a esas horas era cruel.
 Me había resignado a dormir en ese lugar pero de todos modos busqué algo seguro, un árbol. Si alguien me quisiera hacer algo, tendría que trepar y llegar hasta ese montón de tablas que seguro habían puesto unos niños, pues estaban para todos lados, pero servían de refugio. No tenía techo, por tanto la helada me llegaba directamente.
 Comencé a dormitar imaginando su rostro, sus manos... imaginando que estaba Tom a mi lado, hablándome. Me concentré tanto en eso que casi podía oír su voz de verdad, llamándome.
-(tu nombre)- gritaba en mi ensoñación, alejándose y acercándose. Lo veía en la típica escena cursi de una película, en un jardín lleno de flores, con el sol a toda luz y un arco iris. Yo corría a sus brazos mientras él decía mi nombre una y otra vez.
 Desperté sobresaltada y comencé a mirar a mi alrededor... el último llamado había sonado tan cercano que casi caigo del árbol de un salto.
-¡(tu nombre)!- volví a sentir que su voz me llamaba, pero ya estaba despierta... ¿Ya me estaba volviendo loca? Si así era el caso, me comportaría como loca, no tenía nada que perder.
-Tom, Tom, Tom... te necesito, Tom- grité tan fuerte como pude- ¡Ven desde Alemania ahora mismo que me perdí y te necesito!
 Reí algo histérica por lo loca que me sentía y caí de nuevo, de espaldas sobre las tablas pero estas cedieron haciendo un ruido espantoso. Temí por caer pero estaba tan entumecida que decidí dejar que la física actuara sobre mí, de todos modos no estaba tan alto el árbol.
 Caí esperando un fuerte golpe contra el suelo pero, al contrario de lo que esperaba, caí sobre algo que cedió ante mi peso. No fue tan dura la caída como yo esperaba, pero caí solo con la mitad del cuerpo sobre ese soporte, el resto fue a parar contra el asfalto.
 Luego todo fue un montón de colores y luces parpadeantes. No perdí la conciencia, como hubiese preferido para pasar el dolor, pero si perdí lucidez y solo veía las cosas moverse mientras mi cabeza amenazaba con explotar.
 El suelo, o lo que sea que me detuvo, comenzó a moverse mientras soltaba quejidos... ¿el suelo se quejaba? Al parecer si y yo no lo sabía. Eso me causó algo de gracia y comencé a reír.
-¿(tu nombre)?- otra vez esa maldita y hermosa voz, ¿por qué me seguía acosando si no estaba?- Oh... oh... ¡no puede ser!
 Sentí como el suelo- que hablaba igual que... eh... ¿cómo se llamaba?, bueno, que él- comenzaba a tocarme la cabeza, luego la cara... y después desaparecía de debajo mío.
 Yo seguí mirando las lucesitas que bailaban frente a mis ojos, deformando todo y combinando los colores, hasta que algo las apagó.
 Fruncí el ceño al dejar de ver esas lindas y alegres luces que ahora eran interceptadas por un deforme pero conocido rostro... el rostro también tenía algunas lucesitas pero no se veían tanto.
-¡(tu nombre)!- me llamó el rostro deforme pero lindo, con la misma voz que... ah... eh... Tob... si, Tob. ¿Es que ahora todo tenía la voz de Tob?
-¡Deja de hablar como Tob!- grité con fuerza a ese rostro que se alejó un poco ante mi reacción.
-Pero si yo soy...
-¿Y por qué hablas el mismo idioma que él?- le espeté con fuerza- solo él y yo hablamos eh...- ¿qué era?- jalemán.- Si, estaba segura, era Jalemán... como... un hombre jalea, Jale-man.
 Me sentía como... drogada... seguramente parecía drogada pero yo era feliz. ¡Debí haberme golpeado la cabeza antes!
-Soy Tom... no Tob- soltó la misma voz algo divertido... ¿era Tom? Yo juraría que era Tob...
 Hice un amago por levantarme pero el rostro resultó tener manos y me detuvo.
-No te levantes, (tu nombre)- ¿por qué sabía como me llamaba?- haré una llamada y seguimos hablando.
-¡Préstame tu teléfono! Quiero llamar a mamá pero no tengo dinero... me perdí... Lucas... el cerro... ¡Tom, quiero a Tom!- comencé a lloriquear mientras la otra mano del rostro me acariciaba las mejillas.
-Ya... cálmate, yo la llamaré.
 Esperé intentando calmarme... podía ver su rostro difuso desde aquél ángulo... era de noche y no habían muchas farolas cerca. Frente a mi había alguien, si, alguien que hablaba como Tom y sabía mi nombre... pero claramente no era Tom porque él estaba en Jalemania... ¿era Jalemania? Bueno, él estaba lejos...
-Ya vendrá tu madre- el rostro desfigurado creo que sonrió- ahora... te has golpeado muy fuerte la cabeza...
-No tanto, no me duele casi- sonreí, creo, para darle fuerza a mis palabras pero realmente dolía mucho.
-No te creo mucho...- esperé que siguiera hablando pero tardó bastante... quería seguir escuchando su voz, tan ronca y escurridiza como la de Tom- Oye... entonces... ¿quién soy?
-Un impostor... que habla como Tom y tiene un lindo y deforme rostro.
-¿Deforme?- preguntó entre extrañado y divertido.
-Si, las lucesitas se mezclan con tu cara y no veo mucho... pero he de suponer que eres lindo...
-¿Y por qué no puedo ser Tom?
-Porque Tom está en Jalemania, trabajando... está lejos... muy lejos... y no puede venir... y no lo veré en más de una semana...- ya estaba comenzando a hiperventilar de nuevo- ¡Tom!
 El rostro con manos se recostó suavemente a mi lado, en la acera- creo- y comenzó a acariciarme desde la sien hasta la barbilla. Su tacto era tan similar al de Tom...
-¿Por qué te pareces tanto a Tom?- pregunté entre sollozos ahogados- Eres cruel, ¿sabes? Yo extraño mucho a Tom y ahora vienes tú y me lo recuerdas más que nadie...
 Suspiró una vez y luego comenzó a moverse pues su mano dejó de tocar mi rostro. Me revolví inquieta, suplicando por más contacto pero unas manos se aferraron a mis brazos y me inmovilizaron en el suelo. Quise zafarme con un movimiento pero luego me di cuenta que no tenía fuerzas para ello y me dejé llevar. Lo próximo que sentí fue un beso, un cálido y húmedo beso...
-Hasta besas como Tom- suspiré casi a punto de llorar en sus labios.
 Oí aquella risita que tantas veces me acompañó y pude comprender algo. Sus labios, sus manos, su voz, su risa, su todo, todo se parecía tanto a Tom que... ¡Mierda, mierda, mierda! ¡Era Tom, era Tom...!
 No sé como... ni cuando, ni como, pero Tom había llegado hasta mi país y ahora estaba ahí, conmigo... luego de tanto tiempo, luego de tanta angustia, y me había rescatado... y luego de bastante tiempo perdido, mientras yo reconocía el mundo, él me acompañó... siempre fue él.
-Tom, Tom, Tom- susurré suplicando para que no fuese un sueño y él se escapara de mis brazos- Tom... ¿eres tú de verdad?
-Claro pequeña- me dio otro cálido pero corto beso- ¿recién lo notas? Oh... espero que ese golpe no te haya dañado tanto.
 Me dolía la cabeza pero eso no importaba ya, estaba con él y eso era suficiente.
-Supongo que no... aún recuerdo casi todo...
-Pero es Alemania, no Jalemania- rió ya más relajado.
 Aún no podía divisar su rostro totalmente, aunque imaginaba sus rasgos, encajándolos en el contorno de su cara.
-Te extrañé- solté de repente y hasta yo me asusté por el ruido de mi voz- tenía miedo Tom, este lugar me da miedo, pero contigo es mejor.
 Justo en ese momento un auto giró por la esquina e iluminó el rostro de Tom para mí. Finalmente lo pude ver, tan perfecto como siempre, sonriéndome. Casi pude ver un rastro de emoción en sus ojos.
 El vehículo se detuvo frente a nosotros, que seguíamos en el piso, y detrás de él llegó otro.
 Bajaron muchas personas, bueno, 4 o 6 oficiales, no los conté bien. Comenzaron a hacerme preguntas pero no atendí  a nada así que me hice la desmayada.
-¿Está bien?- Oí que le preguntaban a Tom en español pero obviamente él no respondió nada.
-No quiero hablar ahora, me he mareado- susurré despacio para que solo Tom, que estaba cerca, me oyera. Lo dije en alemán, claro- Hagamos como que me he desmayado...
 Tom comenzó a hacer algo, no sé que porque no abrí los ojos, pero minutos después me estaban llevando en una camilla a alguna ambulancia, supuse.
 Al despertar no recordaba nada, absolutamente nada; o por lo menos... nada en concreto. Recordaba haberme perdido y luego creo haber subido a un árbol... pero de ahí en adelante no sé que tanto es un sueño y que tanto es realidad. Creo que la mayoría era un sueño porque estaba Tom.
 El cuarto en el que estaba era blanco, demasiado blanco para mi gusto, y no tenía nada para decorarlo... bueno, en el lado derecho porque tenía el cuello hacia ese lado y no tenía fuerzas para moverme y mirar el resto de la sala.
 Pensé en dormirme de nuevo pero estaba cansada incluso para eso. Más bien, no estaba cansada, estaba desanimada... esa era la palabra porque en el sueño estaba Tom...y ahora no había nada.
-Tom- murmuré en voz alta, ya que estaba sola, e hice un esfuerzo sobrehumano para no ponerme a llorar... lo extrañaba tanto...
-¿Qué pasa?
 No, no podía ser él...
-¿Te duele algo?
 Giré el la cara- haciendo un esfuerzo enorme- y casi doy un grito de puro asombro. Tom estaba ahí, de verdad... a menos que siguiese en coma o algo por el estilo... pero estaba ahí.
-No... ¿Tom? ¿De verdad eres tú?- sentí como mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.
-Eso creo, a menos que mamá se haya equivocado cuando Bill y yo eramos pequeños y hayamos quedado cambiados de por vida- dijo en un tono obvio-  creo que si soy yo- suspiró sonriendo- al menos ya no me dices "Tob".
-¿Tob?- repetí aún tragándome las lágrimas- ¿Cuándo te dije yo "Tob"?
-Ya luego lo recordarás o te lo diré... ahora...- se acercó lentamente hasta que nuestras narices se rozaron- ¿crees que de verdad soy yo?
 Entreabrí los labios con solo sentir su aliento chocando contra mi cara y me quedé ahí, esperando el contacto. Hasta que llegó. Lo extrañaba... y sobra decir que bastante...
 Un momento.
 ¿Qué hacía Tom aquí? No quería preguntarle porque eso significaba separar nuestros labios así que solo seguí moviéndome contra su boca. Sintiendo su lengua danzando con la mía... como extrañaba eso.
 No podía dejar de pensar... estaba segura que olvidaba algo importante... pero entre sus labios perdía la coherencia de todo lo que había pasado y estaba pasando en ese mismo momento.
-¡Lucas!- murmuré abriendo los ojos de golpe, él me estaba mirando ya.
-¿No dijiste que era Tom?- podía oír los celos en su voz... yo no me refería a que lo hubiese confundido yo...- Si él besa mejor... pues vete con Lucas...
-No, Tom, no...- lo retuve con una mano pues estaba planeando dar la vuelta; la otra no la pude mover porque estaba conectada a unas agujas y me dolió al intentar sujetarlo- He recordado algo... Lucas estaba en el cerro... y comenzó a seguirme, por eso bajé, por eso me perdí.
 Tom me miró con recelo pero dejó de intentar zafarse de mi agarre.
-Él dijo que tú te habías puesto como loca y saliste corriendo- murmuró casi con rabia- ahora lo entiendo... ese hijo de...
-Calma Tom- le acaricié el brazo que era lo único de él que tenía a mi alcance... después de haberlo tenido tan cerca- Eso ya no importa... como sea, eso ha logrado que estés a mi lado de nuevo.
-De todos modos iba a llegar- su voz seguía siendo dura, pero sus ojos ya no me miraban con rabia- era una sorpresa... y tu huiste... pensé que te perdería... estabas en un mal lugar, en un mal momento...
-Lo siento- apenas pude pronunciar las palabras pues tenía un nudo enorme en la garganta por haber sido tan estúpida- no quería que eso pasara... solo deseaba salir- Tom seguía sin mirarme... hacía un buen rato se había dedicado a mirar la habitación o cualquier cosa antes que a mí.
-Supongo que no es tu culpa, pero no lo vuelvas a hacer, nunca... si estás sola...
-Yo no quiero estar sola, no te vayas de nuevo- solté sin pensar y me arrepentí de inmediato.
 Era cierto, me sentía sola porque él no estaba... pero prácticamente yo me había ido, no tenía nada que reclamar; sin embargo, Tom se volvió hacia mí y su mirada me dejó mal. Él también estaba sufriendo y lo acababa de notar.
-No es que quiera dejarte sola- dijo bajito luego de un rato- pero no tengo otra opción. No creas que me agrada no tenerte cerca... yo igual te necesito pero aguanto.
 Yo lo sabía, realmente si me había dado cuenta pero no lo quería asumir porque me sentí débil... muy débil y cobarde.
 Cerré los ojos para no llorar. Nunca pensé que lo diría pero... en ese momento no deseaba ver a Tom. Lo veía y me daba cuenta de cuan poco era para él, y para todos. Era egoísta y había hecho sufrir a TODOS. Hice sentir mal a Tom, a mi madre, a mi hermano- bueno, si comprendiera él sufriría-, a Pía, a mi padre y... a Bill, como olvidar cuan mala fui con Bill.
 Seguramente Tom pensó que me había dormido porque luego de un rato se alejó y oí como se dejaba caer en la alguna silla que no había visto hasta el momento- y no vería porque no pensaba abrir los ojos-.
 En algún momento me dormí, no sé como ni cuanto tardé pero una de las últimas pocas cosas que recuerdo es que abrí los ojos para mirar a Tom y éste estaba dormido.

 Mi estadía en el hospital fue corta pero bastante aburrida. Con Tom hicimos como si nada hubiese pasado y  cuando desperté hablamos de otras cosas menos importantes.
 Se quedaría acá 3 días más.
-¡Nos siguen!- gritó, en tono escandaloso, Stefano. Íbamos de vuelta a casa, bueno, yo iba de vuelta a casa. Me habían dado de alta.
-¿Quién nos sigue?- preguntó Tom, a mi lado.
-Un espía... es malvado... ¡busca el tesoro del pirata!
 Ok, mi hermano había visto muchas películas este último tiempo, y ahora hablaba solo alemán porque había, prácticamente, olvidado casi todo el español... hasta las películas que le ponía tenían que ser en otro idioma.
-Si Stefano, si- dije acariciando su cabello.
-Realmente, parece que si nos siguen- Tom señaló una furgoneta con un logo impreso a un lado. Era un canal de televisión, lo conocía.
-¡¿Pero que...?!- no acabé la frase porque estaba mi hermano y no quería decir groserías- No me digan que saben sobre que estaba en el hospital y todo eso.
-No se les escapa nada- mamá habló desde el asiento del conductor. Con decir eso era más que suficiente. Lo sabían todo... y seguramente también sabían que Tom estaba aquí y no ensayando en Alemania.
 Ahora le estaba creando mala fama a mi novio, genial.
 Apenas llegué a casa- luego de escapar de un par de periodistas y los que se agolpaban en la puerta- encendí el computador y comencé a ver los blogs... necesitaba saber algo.
-¿Qué haces?- preguntó Tom sentándose a mi lado- ¿te bajó el espíritu fanático de Tokio Hotel?- añadió en tono jocoso al ver que entraba en blogs de la banda.
-Mira esto- sonreí con ironía al encontrar lo que suponía... un gran enunciado mostrando la frase "Tom Kaulitz ha viajado a (tu país) a ver a su novia, dejando de lado a la banda y el trabajo para su próximo concierto en Rusia". Era casi como lo había imaginado...
 Dejé de mirar la pantalla y enfoqué a Tom. Vi el momento exacto en que salía de sus casillas. Ya estaba decidido.
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 Hola :] Esto está muy largo... lo siento si es latero... pero es el penúltimo capítulo. El otro lo subo mañana, o pasado mañana... ahí veré.
 Espero no decepcionarlas, estoy ansiosa por terminar esto porque me gusta acabar etapas y comenzar otras. Luego de este fic pretendo subir otro - que ya comencé- , aunque el próximo mes, supongo c:
 Ojalá no cierren esto antes de mañana o pasado... se imaginan la ley SOPA cierra el blog y nunca pueden leer el final? D: jajajajaj sería muy trágico .-.
 Ok, eso sería. Gracias por llegar conmigo a estas instancias <3
 Las adoro <3

jueves, 12 de enero de 2012

Capítulo 38: "No es posible"


 La ciudad en la que vivía estaba dividida en 4 sectores, el cerro estaba al medio. Mi casa estaba en el sector norte, al sur estaba el lugar donde mamá trabajaba y algunas de las empresas más importantes, casas comerciales y bueno... comercio en general; los otros dos sectores me eran completamente desconocidos.
 Luego de correr por bastante tiempo a través de ese bosque sin final, llegué a una calle que estaba segura no haber visto antes.
-¿Dónde estoy?- murmuré mientras escrutaba todos los rincones para hallar un lugar medianamente conocido, pero nada. Ni siquiera los nombres de algunas calles me eran familiares.
 Definitivamente estaba en uno de los barrios que no conocía, el Oeste o el Este; daba igual, no tenía a nadie en ese lugar.
 Pensé en llamar a mamá desde mi celular y atenerme a las consecuencias que traería el haberme escapado de casa sin decir nada a nadie, pero recordé que... no había llevado mi teléfono.
-Oh... Mierda...- me estaba desesperando. Ya había pasado la etapa del día en que el sol me acompañaba y ahora, en solo una hora o algo más, el sol comenzaría a decender sin medidas y me quedaría a oscuras... eso no era para nada bueno.
 Pensé en buscar un teléfono público pero realmente no había nada decente a mi alrededor. Calles, bares, algunos restaurantes con letreros pintados a mano y negocios de mala muerte. Uno de los barrios desconocidos era bajo, muy bajo, lo sabía, y creo que justo había caído en ese.
-Buenas tardes señorita- me costó comprender la frase pues el interlocutor estaba con la lengua algo trabada. Era un hombre poco más alto que yo, con barba y un olor que me sorprendía no haber captado antes- ¿se ha perdido?- por como hablaba, aseguraría que estaba ebrio.
-No... nada de eso- atiné a decir para poder escaparme de él- me voy a juntar con un amigo... es más, allí viene.
 Salí corriendo del lugar con dirección a la nada, no venía nadie más de ningún lado pero eso era lo de menos, quería escapar de ahí, llegar a cualquier lugar que no fuese ese. Quería mi casa, a mi mamá, a Stefano y las 4 paredes que me rodeaban día a día... Quería a Tom.
 Seguí dando vueltas por mucho tiempo. Corrí tanto que me sorprendió el mal desempeño que he tenido siempre en deportes.
 Ya pasada una media hora me di cuenta que estaba más perdida que antes, ahora apenas veía el cerro- mi único punto de referencia- tapado por edificios abandonados, llenos de salpicaduras de pintura alguna vez existente y grafitis, sobra mencionar que ventanas ya casi ni quedaban.
-Una moneda, una moneda- murmuraba mientras escrutaba cada centímetro de suelo a mis pies. Con una moneda podría llamar... si encontraba un teléfono, pero había que partir por la moneda.
 Seguí caminando, alejándome de esos edificios que parecía querer aplastarme en cualquier momento, y llegué a una pizzería barata. El anuncio mostraba un dibujo de sus ejemplares que seguramente nunca podrían copiar, la pizza nunca se vería como la imagen.
-Hola- saludé apenas entré, sin siquiera mirar a las personas de adentro.
-Buenas tardes- me saludó una muchacha poco mayor que yo, de pelo rojizo- ¿desea algo?
-¿Tienen un teléfono público, celular... algo?- casi gemí, reprimiendo las ganas de postrarme de rodillas para que no dudara en ayudarme.
-Lamentablemente no- se alejó un poco de mí, quizás algo asustada- pero tal vez en el negocio de la otra esquina tengan. El señor de ese lugar siempre tiene de todo.
-Bueno, gracias- atiné a decir y salí casi corriendo.
 El sol comenzaba a decender cada vez más rápido y en algunos lugares estaba cerrado.
-¡Pero que...!
 Para mi mala suerte el local también estaba cerrado y al parecer hace bastante rato. Definitivamente todo lo que había hecho ese día había sido lo más estúpido del mundo.
 Me resigné a la noche, al frío de ese lugar y busqué un lugar medianamente decente para pasar la noche. No una hostal ni nada de eso, no tenía dinero, pero algo abandonado que me confortara un poco, ya no podía hacer más por un día.
 Quizás mamá ya hubiese llegado a casa y de miedo hubiese mandado a llamar a un grupo de policías para mi ayuda. Quizás aún no llegaba nadie o mamá se resignaría después en que había viajado sola a Alemania, siguiendo a Tom. Lo único que esperaba era que nadie me raptara esa noche.
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 By Tom.
 Cuando recibí el llamado de la mamá de (tu nombre), hace dos días, pensé que estaba bromeando. Realmente su idea había sido lógica pero en mi poco razonamiento- a causa de la necesidad de tenerla conmigo- no se me había ocurrido una solución tan fácil. Iría a verla.
 Ya había salido de Alemania hace horas, era la primera vez que viajaba solo a un país desconocido y más aún, era primera vez que lo había hecho por asuntos personales, no por la banda.
 Mi suegra- si que sonaba rara esa palabra- me iba a estar esperando en el aeropuerto. Según mis cálculos llegaría a (tu país)  de noche, o casi.
 Estaba ansioso, no podía negarlo... quería verla y poder volver a pensar en paz. Desde que nos habíamos separado había estado como un idiota.
-Tom, despierta- me había repetido mi gemelo un montón de veces- estamos ensayando...
-No puedo Bill, no puedo- era mi respuesta. Realmente no podía, estaba perdido en el recuerdo de sus ojos, su pelo, sus manos... su linda sonrisa... ¡Que me pasaba!
 Muchas veces me pregunté como sería sentir amor de verdad, y creo que era algo así. La necesitaba más de lo que recordaba que se necesitaba a una persona, y la quería tanto como podía querer.
 Bill y la madre de (tu nombre) había planeado este viaje. Mi hermano había hablado con ella a causa de mi falta de ánimo y concentración, y al parecer, ella le había contado que (tu nombre) estaba similar.
 Creo que era bueno reencontrarnos.
 Cada media hora le preguntaba a la azafata cuanto faltaba para aterrizar y ya se había cansado de responderme así que decidí dormir un poco, así acortaba los viajes de vez en cuando.
 Cuando desperté- más bien, me despertaron- noté que ya había anochecido por completo. Me levanté las gafas un poco para poder ver con claridad y noté que ya casi todos habías bajado, ahora, la misma azafata que yo había acosado con preguntas, me miraba con mala cara, invitándome a bajar.
-Gracias- solté en español. Era lo único que sabía decir.
 Bajé con las gafas nuevamente puestas. No conocía ese lugar pero, según (tu nombre) alguna vez mencionó, ahí si nos conocían y no podía correr el riesgo de que un periodista me viese. Además, desde la última vez que ella se fue, la prensa sabía que ella vivía ahí y la habían seguido.
 Pobre (tu nombre), había sufrido todo eso por mí. Debía compensarla. Solo tenía que volver ella a Alemania y... bueno, yo igual, aún nos quedaba esa presentación en Rusia.
 ¿Dónde se habría metido esa señora? Cuando bajé no pude ver nada más aparte de el montón de familiares arremolinados al rededor de todos, menos de mí. Estaba solo, muy solo, y para peor de males, desde que había despertado había sentido algo extraño.
-¡Tom!- sentí un grito silencioso- si, existen- desde el otro lado de la muchedumbre. Luego vi las manos de mi suegra moviéndose por el aire.
 Caminé sin pronunciar palabra, poco y nada podría decir en ese idioma, y me reuní con la mujer que me esperaba. Se veía ansiosa.
-Al fin llegas- por fin alguien hablaba en alemán- seguramente (tu nombre) se pondrá muy feliz.
-Ojalá... ¿ya vamos?
 Sonrió con malicia y me dirigió a un auto. Antes de siquiera mirar el lugar, ya íbamos serpenteando por un montón de calles bastante pequeñas en comparación a las de Hamburgo.
 Nos detuvimos frente  a una casa bastante pequeña, más bien era un departamento o un piso, no lo sé... porque no se veía como una casa normal, y bajamos. La expresión de mi acompañante era extraña.
-¿Pasa algo?- pregunté nervioso no sé por qué.
-No hay luces encendidas... quizás estén en casa de alguna vecina...
 Entramos algo apurados y mi suegra ni siquiera revisó la casa, me indicó que preguntaría en las habitaciones vecinas si habían visto a (tu nombre) o Stefano y comenzó a andar sin dedicarme ni una mirada.
 Luego de recorrer varias puertas y hablar palabras que en mi vida había escuchado, una señora algo pasada de peso y con el pelo lleno de canas, pareció tener lo que buscábamos.
-Stefano- murmuré apenas lo vi.
 Al parecer el pequeño estaba de mal ánimo porque ni siquiera me miró y soltó unas palabras en tono molesto a su madre. No le dio ni una sonrisa a la señora que con tanto afecto lo despedía desde la puerta.
-Según la señora Mirta, (tu nombre) salió hace bastantes horas y dejó a Stefano con ella. Aún no vuelve...- pude ver en su cara la misma expresión que estaba formando la mía... ¡Desesperación!
-¿Qué hora es acá?- pregunté mientras íbamos a abrigar a Stefano.
-Las 11 de la noche- soltó en un gemido lastimero y desee salir corriendo de ahí de inmediato, pero no conocía nada.
-La llamaré- afirmé mientras comenzaba a buscar mi celular.
 El corazón me latía como hace mucho no lo hacía, tenía miedo, miedo por ella y por lo que le podía pasar.
 Apenas el teléfono comenzó a marcar pegué un salto. A mis espaldas, el teléfono de (tu nombre) comenzó a sonar... tenía de tono "An deiner seite"... no, en ese momento ella no estaba a mi lado... ¡¿Dónde te has metido?! Esperaba que donde quiera que estuviese... pensara en esa canción y supiera que yo sí estaba a su lado, que si la acompañaba y se aferrara a mí...
-No lo llevó- solté casi sin voz... tenía un nudo en la garganta y me costaba al tragar.
-Así veo- ella se veía más calmada... ¿Cómo podía?- Veamos su celular... las llamadas, mensajes...
 Miré un poco pero al ver que todo estaba en español, me di por vencido... que ella me tradujera.
-Su última llamada fue a un tal... Lucas... poco antes de la hora en que la señora Mirta me dijo que había llevado a Stefano a su habitación.
-Llámalo.
-Eso haré...
 Se llevó el teléfono al oído, más calmada que nerviosa, y esperó hasta que alguien de el otro lado contestó.
 Mierda, mierda, mierda... ¿por qué nunca me interesé en aprender español? Ahora parecía un idiota sin comprender nada de lo que hablaban. Intentaba adivinar las palabras pero era un fracaso... solo intentaba seguir el hilo con la inflexión de la voz de la madre de (tu nombre).
 Cuando cortó se veía algo histérica, nerviosa, ahora por fin estaba preocupada totalmente.
-¿Qué pasó?- murmuré con voz temblorosa... nunca me había sentido tan vulnerable.
-Efectivamente, Lucas salió con ella...- Lucas, ese nombre estaría en mi lista negra- Dijo que (tu nombre) se lo había rogado y partieron juntos en moto hacia el cerro que hay en el centro de la ciudad- se dio un pequeño respiro para tomar aire mientras yo moría de ansiedad y nervios. La interrumpí con un "y..." para que se apresurara- Y dijo que luego se puso como loca y bajó corriendo el cerro por un lateral... pero él no sabía cual...- se calló por unos minutos mientras yo me intentaba controlar para no explotar en ese lugar y salir corriendo- esto fue hace horas...
 ¿Por qué aún no llegaba? No aceptaba que se hubiese perdido... no, ¡ella no! Quizás en que lugares podría llegar a parar. No conocía ese país pero me imaginaba los barrios bajos de Hamburgo y otra vez comenzaba a sentir esas ganas de golpear todo y salir huyendo.
-¿Qué haremos?- mi voz sonó neutra y sin vida.
-La policía- dijo mientras comenzaba a marcar un número.
 Al rato llegaron dos vehículos, al parecer policiales, y mi suegra les dio indicaciones- según me explicó previamente- de que me llevaran a mi en un vehículo y fuéramos a un sector, y ella en el otro, al otro sector. Yo iría para identificarla en caso de que estuviese en algún lugar.
 Comenzamos a recorrer un montón de calles iluminadas, llenas de vida. Al parecer estaban en plena primavera y aún se podían ver personas caminando por las calles, vislumbrando el paisaje, compartiendo juntas... ¡Yo quería ver todo eso con ella!
 Los policías no me dirigían la palabra pues les habían informado que yo no hablaba español.
 Recibieron un mensaje por la radio del vehículo y cambiaron bruscamente de dirección. Comenzamos a recorrer nuevas calles, vacías... sin vida o con escorias recorriendo las calles.
 Temí que la hubiesen visto por esos lugares, tan vacíos, tan peligrosos... pero no podía preguntar nada... Todo eso me superaba.
 Busqué un traductor en mi celular y en el proceso, vi la foto de (tu nombre) de fondo de pantalla, de nuevo, y quise romper a llorar de desesperación... ¡Era de noche, rayos, y ella estaba perdida en algún lugar de esos feos barrios!
 Teclee lo más rápido que pude una pregunta y esperé que tradujera, luego intenté pronunciarlo en voz alta.
-¿Soben elgo di ela?- solté rogando que comprendieran.
 Ambos policías me miraron con cara de no comprender y les tendí el celular para que el copiloto leyera. Luego borró lo que escribí y respondió.
 "Hace horas la vieron por estos barrios... hay que darse prisa, es el peor lugar al que podía caer".
 Una vez más... ¡mierda!
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 Eh.... no sé que poner .-.
 Ojalá les guste dajsoadj c:
Gracias por seguir leyendo :D
Las quiero!

jueves, 5 de enero de 2012

Capítulo 37: "Melodía de un adiós".


-No quiero vino, Tom, soy menor de edad por si no lo recuerdas- dije entre risas mientras él se servía a si mismo una copa y me ofrecía a mí.
-Es que a veces lo olvido, no pareces menor de edad luego de todo lo vivido- sonrió- porque físicamente si lo pareces- y comenzó a burlarse en mi cara.
 Estábamos sentados, ambos, sobre el césped de aquella casa enorme de campo. Ya estaba casi de noche, solo se podía apreciar una cada vez menos visible, franja dorada en el horizonte, hacia el otro extremo del cielo ya habían un par de estrellas.
-¿A qué viene tanto romanticismo?- pregunté bebiendo un largo trago de jugo de mi vaso- pareciera que me quieres pedir matrimonio.
-Aún no se puede- se veía algo ¿desilusionado?- Y no viene a nada en especial, bueno si. Mañana te vas... ¿No te parece algo especial para pasar un momento romántico?
-Bueno, si lo pones de ese modo- dije acercándome y pasando la lengua por el contorno de sus labios, donde una gota de vino había dejado su rastro- supongo que está bien.
-Te extrañaré.
-Créeme que yo igual, pero no nos daremos cuenta cuando ya estemos juntos de nuevo, al fin y al cabo, solo quedan un par de semanas, 3 a lo más... podremos soportarlo.
 ¿Podremos? Realmente no estoy tan segura pero había que intentarlo.
-La vida es cruel  con nosotros, ¿sabías?- murmuró luego de un rato en silencio.
-¿Por qué?
-Porque siempre nos separa, no somos como Gustav y Carmen, o Georg con Caty. Siempre que estamos en algo bien, otra cosa lo arruina...
-Pero después de todo seguimos juntos- sonreí para tapar la melancolía que en ese momento sentía.
-Si, eso es lo que me gusta, que siempre terminamos juntos- sonrió con ternura y luego miró al cielo- A veces creo que me vuelvo un blando contigo... nunca antes había hecho esto con nadie, y molestaba a Bill por sus cursiladas... ¡Es tú culpa!- volvió a dirigir su mirada hacia mi, con malicia- pero no debo negar que me agrada.
 Una música un tanto familiar, pero que estaba segura que nunca había oído, comenzó a sonar en algún lugar del mundo. No estaba con nosotros, no estaba en ese momento, nunca estuvo.
 Abrí los ojos con cuidado, pude sentir como una lagrima comenzó a descender por mi mejilla. Ya habían pasado dos semanas desde que volví a (tu país) y me sentía completamente sola.
 Llenaba mis días con los recuerdos de esos días en Alemania. Podía sentir con claridad cada uno de sus besos marcados en mis labios, si cerraba los ojos podía hasta casi sentir sus manos recorriendo mi rostro, mi cuerpo... ¿dónde estás Tom?
 La despedida había sido rápida, no tanto por el deseo de no sufrir, realmente los periodistas adivinaron mi paradero y nos encerraron en el aeropuerto, al final tuve que subir escondida, apenas me pude despedir de Tom.
 Ahora todos conocían la casa que habitaba en mi país, no me quedaba ningún secreto, no me quedaba nada, ni siquiera Tom, él estaba al otro lado del mundo y lo peor de todo era que a la vuelta, en una semana más, no lo podría ver, tenían unas presentaciones en Rusia. Realmente el mundo no estaba a mi favor.
 Mamá al parecer no notaba mi dolor, Stefano ya no iba al jardín porque todos sabían que era mi hermano Ahora pasaba los días completos con él a mi lado, él aburrido y yo desesperada, atrapada y más sola que nunca.
 Mi corazón se había vuelto de porcelana, en cualquier momento, con un leve golpe, se rompería. No tenía con quién desahogarme y eso me tenía peor que nada
-¿Qué pasa, hermanita?- preguntaba muy seguido mi hermano, cada vez que me veía llorar, mas el no se imaginaba que era lo que me tenía así, ni yo tendría palabras para explicarlo. Como explicarle a mi hermano que soy una persona egoísta, que está odiando a todos los seres felices por solo tener la oportunidad de serlo, que había llegado a odiarlo a él por tenerme acá, que odiaba todo cuanto conocía porque seguramente nadie estaba sufriendo tanto. ¡Que pena haberme convertido en esto!
 Quería salir, quería desahogarme... estar en una parte muy alta, experimentar aquello que llegué a sentir aquella vez cuando me subí al borde de la azotea en el hotel de Hamburgo, cuando Bill me "rescató", realmente nunca pensé en saltar pero...
 Quería libertad pero tenía miedo de esos periodistas que se arremolinaban al rededor de mi casa, habían fotografiado tantas veces a mi mamá que ahora se arreglaba especialmente para eso, para las fotos, decía a menudo, debo verme presentable por lo menos... que imaginarán de ti, y salía casi sonriente para las cámaras, de no ser porque veía mi rostro de desolación cuando se despedía de mí, yo creo que saldría con una sonrisa de quinceañera.
 Necesitaba salir, estaba muriéndome ahí dentro. Las partículas desprendidas por mi cuerpo me estaban carcomiendo mientras dormía, estaba segura, yo...
-¿Lucas?- pregunté en cuanto contestaron el teléfono- sé que seguramente ni siquiera me recuerdas pero soy la niña que conociste a principio de año, hija de un empleado de tu padre que se fue a Alemania...
 Crucé los dedos mientras oía la meditación del chico, era mi única opción.
-Ah... claro, te vi luego en el centro comercial. Si, recuerdo...- vaciló- ¿ya has vuelto de Alemania? ? Creí que tu padre seguía allá...
-Mi padre sigue allá, pero mamá, mi hermano y yo hemos vuelto por un tiempo...
-¿Pelearon tus padres?- me interrumpió de repente.
-No, nada de eso... Lucas, necesito pedirte un favor enorme.
-¿Un favor?- sonó extrañado, cualquiera lo haría en su lugar- Dime haber si soy de ayuda.
-¿Me acompañas al cerro?
 Casi imaginé la expresión de "WTF?" que seguramente puso cuando oyó mi petición.
-¿Al cerro, para qué?
-Si me acompañas te cuento, por favor, ahora...- casi supliqué, estaba segura que si no aceptaba me pondría a llorar.
-Claro, en 20 minutos estoy en tu casa... esto... ¿dónde vives?
 Le dicté la dirección, por suerte él estaba cerca, y colgué ansiosa.
-Stefano, ¿vamos donde la señora Mirta?
-¡No!- reclamó de inmediato- Ella es fea...
-¡Stefano! Será solo un rato, mamá llegará pronto... La señora Mirta tiene dulces, ¿lo olvidas?
-¡Vamos!
 Era tan fácil de convencer que casi me dio pena, casi, de no ser porque necesitaba salir, necesitaba...
 Lo dejé ahí, prometiendo que volvería en menos de una hora. Él no me creyó demasiado pero la señora no puso objeción, eso era bueno. Ya luego vería como le explicaría a mamá todo.
 Corrí a casa y me arreglé lo mejor que pude en 5 minutos, nada exagerado, solo me vestí de forma normal, no como la zombie que había sido esas dos semanas. Por suerte ese día no habían periodistas, si no me equivoco había un evento en algún lugar de la ciudad, todos habían ido allá.
-¿(tu nombre)?- Una voz casi olvidada me habló desde el otro lado de la calle cuando salí de casa.
-¿Lucas?- El chico que estaba junto a la moto era bastante diferente al que recordaba, se había dejado crecer el cabello y algo de barba, pero no se veía mal.
-¿Estás lista?- me lanzó un casco que alcancé a tomar justo antes de que se estrellara en el piso y se acercó a saludarme con un beso en la mejilla.
-Lista- me encajé el casco y le sonreí como pude- gracias por venir.
 Subimos a la moto y antes de asimilar todo lo que estaba haciendo, ya íbamos a 80 kilómetros por hora a través de las calles de (tu país). La adrenalina me subió a mil, pocas veces había montado una moto y nunca con alguien tan desconocido como Lucas, pero eso era lo de menos.
-¿Me dirás a que viene todo esto?- Gritó por sobre el ruido de la moto mientras avanzábamos rumbo al cerro que tanto anhelaba.
-Necesitaba salir, estaba ahogada en casa hace dos semanas y no tengo amigos, los perdí por olvidadiza- resumí muy superficialmente todo.
-Oh, supongo que está bien- fue lo único que dijo y aceleró un poco más, el cerro se acercaba a nosotros.
-¡Esto es genial!- grité llena de adrenalina, no pude evitarlo.
-¿Habías montado antes en una moto?- oí apenas que preguntó.
-Si, pero no así... había sido lento y recorriendo solo un par de calles.
-Pues te habías perdido la mitad de tu vida.
 El aire que se colaba por entre el casco me hizo despertar un poco del delirio en el que estaba sumergida. No ganaría demasiado, pero sin embargo, no encontraba un sustento para salir adelante, no con el panorama que la vida me entregaba en ese momento.
-Te necesito- susurré al viento, deseando que aquellas palabras tapadas por el ruido de la moto llegaran a Tom.
 Cuando llegamos a la cima recién noté la hora. Habíamos salido hace menos de 30 minutos pero el sol ya iba descendiendo. Aún quedaban varias horas de sol pero éste ya no estaba en su punto máximo, ahora descansaba tranquilamente sobre nuestras cabezas.
-¿Por aquí?- preguntó reduciendo la velocidad de la moto.
-Si, está bien.
 Una fila enorme de árboles, esparcidos todos por diferentes lugares como si alguien hubiese lanzado las semillas al aire y de ahí hubiesen surgido, rodeaban el lugar, dejando solo libre el espacio del camino utilizable.
 Aunque el cielo estaba completamente despejado, el aire que recorría el lugar era ligeramente frío, lo bastante para llegar a desear su calidez, aquello que en ese momento me faltaba tanto.
-¿Pretendes lanzarte? Porque si es por eso nos vamos de inmediato- Lucas interrumpió mi silencio con su relajada voz, me irritó un poco.
-No, ¿por qué lo dices?
-Por como miras el vacío, casi deseando perderte en él- se paró a mi lado y observó aquello que yo sin querer también había observado- no hay nada más ahí que pueda llamar la atención.
-Hum...- solté sin armar ninguna frase.
 Realmente no me había fijado en aquello, solo había mirado a algún lugar y luego ya no había cerro, ni paisaje, ni árboles, vacío, nada... solo estaba él, él y su hermoso rostro, él con los brazos extendidos, llamándome. Es cierto, había deseado saltar en sus brazos, pero... ¡Que digo! ¿Acaso admito que quería saltar al vacío? Realmente esa no era la intención.
 Miré el sol por unos segundos y luego bajé la mirada, todo a mi alrededor se llenó de puntitos idénticos al sol. Así era Tom, como el sol, lo veías una vez y luego ya no podías dejar de verlo por todos lados, bueno, por lo menos en mi corazón así era.
 Mierda, Tom, mierda... Tenía que controlarme, solo faltaban unos días, una semana y algo más... solo tenía que yo volver a Alemania, y él también, tenía que llegar de sus viajes... ¿no podían durar mucho, cierto? Realmente no sabía a que iban, detalladamente.
 Me estaba cansando de esto, de todo... No quería más dolor pero sabía que luego de todo esto podría volver a verlo, volver a estar en sus brazos. Sabía que volvería a Alemania, solo hacía falta sufrir un poco más. Esperaba que mi corazón lo aguantase.
-No has dicho nada- murmuró Lucas a mi espalda, despertándome de mi ensoñación de nuevo.
-No quería hablar, solo necesitaba venir acá- respondí de forma casi cortante.
 Miré hacia el vacío de nuevo y volví a ver su rostro... todo era perfecto porque estaba él aunque...
-¿Qué mierda haces?- grité soltándome bruscamente del abrazo que Lucas me acababa de dar por la espalda, tan repentino que me hizo dar un salto y casi caigo en el mismísimo vacío.
-Hace un rato dijiste que me necesitabas- ronroneó acercándose nuevamente... ¿las personas podían ronronear? ¡Que va! En las cosas que me fijaba... ¡Cuándo dije yo eso!
-Mentira... ¿cuándo lo dije?
-En la moto, hace un rato- aún se veía confiado y algo ¿excitado? No, no podía... pero si lo dije bajito...
-No, esto es un mal entendido...
-Ya, no te hagas, no me habrás llamado por nada- siguió con ese tono de casi ronroneo, acorralándome contra los árboles, yo solo huía.
-¡Ya aléjate!- grité empujándolo y comencé a correr en dirección a la nada.
 Los árboles aparecía de repente y parecían querer golpearme pero acababa esquivándolos. No sé como había podido correr tantos metros sin chocar contra nada.
 Lucas me había seguido algunos metros pero luego dejé de oír sus pasos, supuse que se había dado por vencido pero eso no aminoró mi carrera, seguí corriendo como nunca lo había hecho y... ¡Scheisse!, me había perdido...
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Noou, esto se está acabando... como que me dio nostalgia :c
Espero no aburrirlas... y bueno, si el personaje no las identifica, si desean golpearla de vez en cuando haha les digo que yo igual lo deseo, pero es parte del mundo de la literatura, dar por verdad aquello que leemos, sin importar lo que sea.
Gracias por el ánimo que me dieron con sus comentarios cunado volví <3 Saben que son muy importantes para mí.
Cuídense mucho mis Aliens, las quiero <3

lunes, 2 de enero de 2012

Capítulo 36: "Alemania" (Completo)



 El helado se derretía en manos de Pía mientras se concentraba en la conversación con su ídolo. Ahí estaba él, con los ojos delineados, el pelo bajo una gorra y hablando tan rápidamente que de no ser porque Pía no le quitaba atención, no habría entendido nada.
-Y así fue nuestro primer concierto- finalizó él con una sonrisa que deslumbró a su amiga- creo que nunca lo podré olvidar.
-De seguro que no- respondió ella sonriente- algo así no se olvida aunque pasen mil años.
-Exacto- Bill miró la mano de su amiga y comenzó a reír- Pía, tu helado...
 La chica siguió la mirada de su acompañante y pudo percatarse del problema. Antes de siquiera reaccionar ya estaba completamente colorada.
-¡Ay Bill! Soy una boba- exclamó con voz trémula y confundida al ver tal desastre en su helado y mano, no sabía por donde empezar.
-No te preocupes- Bill la miró con ternura y una idea cruzó por su mente- yo te ayudo.
 Pía intentó objetar pero él le arrebató el helado de las manos antes de que pudiera decir nada y comenzó a pasar su lengua suavemente por todo el contorno del cono. Ella no supo que hacer.
 Ante su mirada no estaba aquél amigo que tanto añoraba, estaba sino, el más claro reflejo de un arcángel caído. Ese arcángel que la miraba como un niño travieso mientras continuaba con su tarea, mientras ella se perdía en la imagen del helado derretido contra su lengua y pircing.
 Bill se percató de la mirada confundida y perturbada de su amiga y detuvo su labor ante un nuevo y absurdo temor.
-¿Te da asco que saque así tu helado?- preguntó confuso ante la probabilidad de que su amiga fuese de las personas que no pueden ni siquiera mirar la saliva ajena.
-Claro que no- afirmó ella luego de un tanto que tardó en volver a la realidad- no hay problema.
 El sol se alzaba ante ellos, llenándolos de su calor. Pía seguía perdida en los movimientos de quien estaba frente a ella y apenas podía responder a algunas preguntas que él soltaba de vez en cuando.
-¿Puedo hacer algo?- preguntó Bill cuando ya había acabado de "limpiar" el helado de Pía y entregándoselo nuevamente a ella.
-¿Algo como qué?- dijo ella en respuesta sin alzar la vista del helado que tenía en las manos... de tan solo imaginar que había estado entre los labios de su amado...
-Come el helado y luego vamos a ir a un lugar.
 No dijo nada y comenzó a comer el helado con prisa para poder descubrir pronto ese "algo" que Bill tenía en mente.


 El parque de diversiones era uno de los sitios favoritos de Gustav desde que tenía uso de razón. Podía subir mil y un veces a los mismos juegos y seguía feliz, pasión que compartía con sus compañeros de banda.
-¿Un parque de diversiones?- Carmen sonrió feliz mientras veía el lugar al que acababan de llegar- creo que es algo... tierno- suspiró aún manteniendo la sonrisa- eres tan adorable siempre, Gus.
 El chico recién nombrado se apartó de su novia unos pasos porque sabía lo que vendría después de esa frase y, pese a los pasos de diferencia, según lo que él predijo, Carmen se lanzó a sus brazos en gesto de abrazarlo pero acabó con ambas manos en las mejillas de Gustav.
-Otra vez... ¡No!- gritó él intentando parecer serio pero no podía, no frente a esos ojos color ámbar.
-Oh si- sonrió con malicia ella, y procedió a apretar ambas mejillas con algo de fuerza, no excesiva.
 Aquel gesto los había acompañado desde que eran amigos y ya Gustav sentía que había perdido un poco la sensibilidad en la cara de tantos apretones, pero no importaba si eso hacía feliz a su novia.
 Apenas fue liberado de ese agarre, Gustav tomó a Carmen de una mano y corrieron al interior del lugar como dos niños pequeños.
-Comencemos con uno acuático- sugirió Carmen de inmediato.
-No, una montaña rusa o algo más movido... el agua para el final- contradijo Gustav y ahí comenzó una discusión entre risas y bromas, nunca se habían enojado en serio.
-¿No es Pía aquella chica?- Carmen interrumpió la "discusión" para señalar a una chica de cabello castaño que se paseaba por otro extremo del parque con alguien alto, muy alto.
-¿Y ese es... Bill?- añadió sorprendido Gustav.
-No, esto no puede ser- rieron ambos- ¿Los seguimos un rato?- propuso ella y no hablaron más, el juego se había transformado en una persecución
-¿Y si hay fans tuyas?- preguntó nerviosa, Pía, mirando de un lado a otro sin cesar.
-No me reconocerán, estoy camuflado- aseguró él levantándose un poco las gafas para guiñarle un ojo.
-Pero... y si nos ven ¿qué haremos?
-¿Correr, no?
 Pía no se sentía segura porque no quería terminar en las mismas condiciones que su amiga, (tu nombre). Si alguien los veía, sacaría una foto, iría a los programas, la vería todo el mundo y su intimidad hasta ahí llegaría, no, eso no.
 Pero por otra parte, su mayor anhelo era complacerlo, poder borrar todo aquello que lo había hecho llorar, todos sus miedos... y si para eliminar sus miedos era necesario olvidar los propios, lo haría.
-Bueno- sonrió resignada- solo por ti.
 Comenzaron a recorrer el lugar, muy juntos, comentando los juegos que veían, descartando algunos y votando por otros.
-¿Vamos a ese juego que gira?- propuso él en modo de pregunta, analizando la reacción de su amiga. Temía que fuese miedosa y se sintiera obligada a subir.
-¡Vamos!- explotó una hermosa sonrisa en su rostro y Bill tuvo que tomarse unos segundos para reponerse de la sensación de ternura que sentía. Quizás Pía le recordaba un poco a (tu nombre), en lo energética.
 Desde detrás de unos juegos de niños, Gustav y Carmen observaban la escena, susurrando a ratos, ordenando otras veces... casi les decían que hacer, aunque obviamente no los escuchaban.
-Vamos Bill, coge su mano- Carmen cogió la de su novio como simple reflejo al soltar esas palabras y él se sonrojó un poco.
-¿No crees que estamos espiando demasiado?
-No es nada- indicó ella dedicándole una sonrisa- no creo que sea delito ni nada... además es su culpa por no avisarnos que salían juntos.
-¿Realmente estarán saliendo?
-¿No viste como se miraban? Ahí hay algo, Gus.
 Gustav la miró con ternura, ella era a quien había buscado por tanto tiempo. Alguien que lo llevara a hacer cosas que antes no hacía, con un espíritu que lo contagiaba. No pudo ni quiso evitar besarla, era suya.
-Te quiero- susurró el algo avergonzado, no estaba acostumbrado a ser tan abierto.
-Yo también Gustav, desde siempre- Carmen le devolvió otro beso y entre esas muestras de cariño, perdieron de vista su objetivo.
-Pero... ¡Ah, rayos!- bramó Gustav algo molesto- ya no los sigamos... mira, se han ido, al final no subieron a ese juego...
-Ya no importa, mejor disfrutemos nuestra tarde.
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 By Bill.
 Los juegos de agua eran mis favoritos, por ende, pese a que habíamos elegido uno giratorio, cambiamos a uno bien mojado porque hacía un calor de locos.

 Pía caminaba a mi lado, con cautela, mirando siempre al rededor y con las gafas de sol puestas como armadura. Parecía hasta que confiaba en ellas ciegamente, como si fuesen un escudo protector o algo por el estilo.
 Estaba seguro que ella preferiría salir corriendo de ese lugar en cualquier momento pero algo la retenía  y eso me intrigaba.
-¿No importa si te mojas?- dio un salto cuando hablé y eso me causó algo de risa, pero la intenté disimular.
-Eh... no, no importa- rió un poco- ¿el agua no hace daño, cierto?
-Creo que no, ¿por qué?
-Porque...- comenzó a moverme poco a poco hacia la orilla. Tomó mis dos brazos y en cierta parte me aprisionó. Pude ver en sus ojos una chispa de maldad- ¡Ahora te mojarás un poco!
 Antes de poder reaccionar bien, ya estaba cubierto por una delicada capa de agua que caía de algo colgante, unos tubos.
 No pude hacer nada para evitarlo pero apenas ella me soltó, la envolví en un abrazo y ambos quedamos bajo el agua. Eso era venganza.
-¡Ay, no, no, Bill, no!- Pía se retorcía con poca fuerza entre mis brazos.
-El agua no hace daño- le recordé entre risas y ahí nos quedamos un par de minutos.
-Mira lo que has hecho-  aunque estábamos empapados, ambos reíamos- ¡La broma no era así!- Pía intentaba mostrarse enojada pero no podía.
-Ya no importa, vamos a un juego.
 Comenzamos a caminar muy juntos, ambos empapados y sonrientes, y no pude evitar tomar su mano. 
 Pía, que se había quitado las gafas, me miró confundida y no supe que hacer para tapar el reciente impulso que había tenido así que comencé a correr, jalándola conmigo.
-¿Qué haces?- preguntó con la respiración entre cortada por el esfuerzo de seguirme el ritmo a la fuerza.
-Corro.
-¿Y por qué?
-Ni idea, solo corramos.
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By (tu nombre)
-Tom, mañana me voy- anuncié mientras me alisaba el pelo frente al espejo, él estaba deshaciendo sus trenzas mojadas.
-Lo sé- dijo en voz neutra.
 Esperé algo más que dijera, o algo que se me ocurriera a mi pero no pasó nada, solo seguimos cada quien con sus tareas.
 Pensé que ya había jodido la tarde entera con mi super comentario estúpido, si (tu nombre) eres una estúpida, pero Tom al parecer intentó olvidar mis palabras.
-Esta tarde vamos a ir a un lugar especial- informó desde el baño mientras yo me maquillaba lo poco y nada que solía hacer.
-¿A dónde?- pregunté como acto reflejo, parte de mi sabía que no lo diría.
-No te lo diré- presumió asomándose por la puerta del baño, con sus comunes trenzas ya disueltas, al parecer, ese día iría con el pelo natural.
-¿Y qué harás con tu pelo?- Me acerqué con curiosidad, pocas veces lo había visto así.
-Una gorra,con un paño atrás, nadie lo notará- sonrió con su cara provocativa de siempre y se volvió a encerrar en el baño, no sin antes robarme un beso.
 Este chico me tenía mal, muy mal, y no sabía que pasaría cuando volviese a (tu país). 
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By Bill
 Pía me seguía recordando a (tu nombre) en los gestos, cuando se sonrojaba, en lo activa... pero tenía algo más que la diferenciaba.
-Pía, ¿usas lentes de contacto?- pregunté inquieto, con la duda asomada en mi cara.
-¿Y crees que usaría lentes de contacto cafés?- respondió medio en broma.
-Uh... buen punto pero...- me agaché hasta quedar de su estatura- es que tus ojos son muy lindos... tienen como, diseño, no sé- la miré más detenidamente- tienen puntitos...
-Son lunares, mi mamá también los tiene- dijo algo sonrojada.
-Me gustan- afirmé luego de un rato, mientras subíamos a una montaña rusa.
 Ella no hizo más comentarios, solo nos sentamos y apenas el juego se comenzó a mover, me tomó la mano. No alcancé a hacer nada más que apretarla pues de inmediato salimos disparados.
 El cielo pronto se encontró al alcance de mi mano, tan cerca que me pareció todo irreal. Sentía el aire en mi rostro, tenía frío, un poco, pero había algo que me mantenía cálido dentro de todo el frío que me rodeaba. Era ella, era su mano aferrada con confianza a la mía. Ahí descubrí que ella sería algo fundamental en mi vida, la necesitaba para volver a brillar.


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Hola :D
He vuelto luego de tanto tiempo. Aún me duele la mano pero es más soportable, además, no aguantaba las ganas de escribir y acabar con esta historia.

Espero que hayan pasado unas lindas fiestas con sus familias. Feliz año nuevo c: <3 Ojalá este año esté lleno de cosas lindas para ustedes y sus familias.
Eh... bueno, eso. Ahora subiré más seguido, ya no falta nada para acabar y ya tengo otro fic comenzado [lo escribí a mano cuando no podía hacer nada jaja]
Gracias por esperar tanto tiempo, de verdad, gracias.
Las quiero chicas c: <3